Fuente: Norman Sifuentes
La idea de eliminar la barrera de los últimos años de residencia en el lugar de postulación, no democratiza la política, ello no tiene tanto efecto ya que muchos de los candidatos y/o autoridades se registraban en un lugar que nunca convivían, y su identificación apunta hacia otros lugares.
Recuerden si citamos a Basadre, desde inicio de la República, la Aristocracia ha convivido en un círculo cerrado y siempre se ha identificado con la cultura extranjera.
Algo más lógico seria incluir la variable identidad, pero la identidad es subjetivo, difícil de medir, por ello de lo que se trata es de buscar elementos conducentes que nos ayuden a fortalecer los lazos de identidad. Estos se construyen en las relaciones sociales como la convivencia compartida en la familia, en el barrio, en las aulas, en el trabajo, y otros. La identidad nos da la idea defender lo que valoramos, de eso se trata y por ahí va el camino, de tener la libertad de elegir el lugar donde hayamos compartido vivencias, es decir si nos identificamos con uno, dos o tres lugares, podamos elegir a cuál de ellos representar sin restricciones.
Cambiar el domicilio legal por las convivencias e identidad, sí se puede, si demostramos que hemos vivido en esos lugares, como certificado de estudios, de trabajo o alguna forma que certifique que somos o hemos sido pobladores en esos lugares.