Fuente: La República

Habrá mucho debate para establecer todas las causas de las protestas que han causado la debacle del modelo económico chileno. Ya queda claro, eso sí, que el alza del metro de Santiago en 30 pesos (20 centavos de sol) solo fue la gota que rebalsó el vaso.

Una razón clave es, qué duda cabe, la desigualdad en la distribución de los ingresos en Chile, una de las mayores de América Latina. Vale la pena resaltar que, siendo más desigual, Chile tiene menores índices de pobreza que, por ejemplo, Perú. Así, la pobreza en el Perú es mayor que en Chile pero la distancia entre los más pobres y más ricos es mayor allá que acá.

A medida que las sociedades avanzan en derechos, educación y mayores niveles de vida, la desigualdad se vuelve más importante. Las personas perciben que viven en una sociedad donde la fosa se agranda. Y poco a poco se dan cuenta de que la ideología dominante, que se transmite al régimen político, no tiene nada de “eterna” sino que es una construcción social.

Por ello la necesidad del cambio se vuelve inevitable. Una serie de sucesos va martilleando día a día: las pensiones miserables, el alto costo de las lsapres (servicios de salud), de las medicinas, el aumento de la corrupción, la contrarreforma tributaria pro-ricos de Piñera y el abuso puro y simple (el caso del “guatón del gas”, Matías Pérez Cruz, dueño de Gasco, echando de su propiedad a tres mujeres que se bañaban en la playa, (1). Y así.

Además, la desigualdad no está bajando en Chile ni en América Latina, ni en el mundo. Por el contrario, sube harto en este siglo, lo que ya está preocupando a los gobiernos y al FMI. ¿Porque son filántropos? No. Porque la riqueza extrema impide la acumulación de capital pues los ricos son cada vez más ricos y ya no tienen en qué gastar su plata. Lo que sí harían las capas medias y pobres.

La supuesta “reducción de la desigualdad” tiene un error de fondo: se calcula a partir de las encuestas de hogares que miden los ingresos monetarios de las personas. Y está probado que esas encuestas no miden adecuadamente los ingresos de los ricos porque éstos no responden a los encuestadores con la verdad.

Eso se corrige con la llamada distribución funcional del ingreso, la misma que calcula, ojo, ya sea las ganancias que perciben los propietarios de los bienes de capital y los ingresos de los trabajadores asalariados. Thomas Piketty toma en cuenta, además, las utilidades no distribuidas por las empresas, así como los ingresos por herencia, entre otros.

No tenemos ya espacio para la desigualdad en el Perú, que se nutre de las bajas pensiones de las AFP, mientras vuelan las comisiones. Y hasta ahora no hay control previo de las fusiones y adquisiciones para evitar los oligopolios como en las farmacias. Y no se puede decir que se vendan genéricos de materia obligatoria “porque el mercado decide, pues”.

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1) Ver video https://www.Eldinamo.Cl/videos/presidente-de-gasco-fue-grabado-echando-a-tres-turistas-del-lago-ranco/

2) Atria, flores, sanhueza, mayer, oct 2018

Https://wid.World/document/top-income-in-chile-a-historical-perspective-of-income-inequality-1964-2015-wid-world-working-paper-2018-11/

3) Ver libro de alarco, castillo y leiva: riqueza y desigualdad en el perú, oxfam, 2019.

 

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