Tomado de: Servindi
Coronavirus, el padre ausente y la crisis del capitalismo. Por José Carlos Díaz*

El coronavirus obliga al Estado a actuar como padre de unos hijos a los que nunca atendió. Además, es aprovechado por algunos gobiernos para inyectar capital en industrias que de otro modo se ahogarían víctimas de la poca demanda. ¿Qué lecciones nos dejará la pandemia más grande de la historia moderna?
Servindi, 18 de marzo, 2020.- La crisis global provocada por la pandemia del COVID-19, en adelante “coronavirus”, no solo ha desnudado la fragilidad de la especie humana como ecosistema, sino también varios fracasos sociales y económicos.
Por un lado, se encuentran algunas sociedades donde las medidas de restricción ambulatoria, dictadas por el aparato estatal, no han sido totalmente acatadas por la población. Coincidentemente, las poblaciones que desobedecen estas medidas son aquellas de mayor pobreza, vulnerabilidad y menor presencia estatal.
La crisis social provocada por el coronavirus ha desnudado los fracasos del Estado
Víctimas de la desigualdad, los sectores populares más pobres en el Perú descubren que de un día para el otro el Estado, que no le proveyó servicios básicos nunca, les da órdenes. La desobediencia refleja que el Estado, que nunca estuvo ahí, no es una figura de autoridad. Es como hacerle caso a un padre ausente.
La crisis social provocada por el coronavirus ha desnudado los fracasos del Estado en su rol de entidad organizadora de la sociedad. ¿Usted obedecería y respetaría a un padre que lo abandonó al nacer y nunca le pasó pensión? Pues esa misma dinámica ocurre entre los sectores populares de América Latina y el Estado.
Rescatar al capitalismo
Por otro lado, la crisis ha evidenciado lo que muchos críticos del capitalismo ya sostenían: los intereses del sector empresarial están totalmente divorciados del desarrollo integral de la humanidad. En varias partes del mundo, por ejemplo, Perú e Italia, las medidas de restricción de tránsito fueron evadidas por empresas que no concebían frenar su productividad.
los intereses del sector empresarial están totalmente divorciados del desarrollo integral de la humanidad.
En otros países, como España, Colombia y Estados Unidos, los gobiernos centrales, afines al interés empresarial, han dilatado las medidas de restricción, poniendo en riesgo a su población, o deliberadamente han ofrecido millonarios fondos fiscales para rescatar aquellas industrias que se verán más afectadas.
En este punto tomo prestada la teoría de la “doctrina del shock” de Naomi Klein (1), quien señala que, a partir de los atentados del 11 de setiembre en Nueva York, el capitalismo global descubrió que puede aprovechar las crisis de gran escala para desarrollar políticas económicas impopulares y destinadas a profundizar la desigualdad y enriquecer a las élites.
Pensemos, por ejemplo, en el anuncio que hizo ayer el presidente español Pedro Sánchez de liberar 200 mil millones de euros, el 20% del PBI español, para amortiguar las pérdidas económicas del sector privado (2). Dinero público para salvar a los privados. “Son tiempos extraordinarios que requieren medidas extraordinarias”, dijo Sánchez en tiempos de shock. ¿En qué otro contexto habría podido soltar esa abrumadora cantidad de dinero sin sanción social?
Es difícil adivinar si el coronavirus marcará un hito en la historia de la humanidad. La peste negra del siglo XIV aceleró el fracaso del modelo económico feudal y forzó a las naciones/reino de Europa a expandir sus economías. Lo que vino luego fueron América, África y bueno, esto ya es otra historia.
Notas:
(1) Naomi Klein. The Shock Doctrine. Random House, 2007.
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