Tomado de: Xavier Ferràs

I+D en el mundo, 2020. Por Xavier Ferràs

 

Como cada año, la revista R&D Magazine publica su análisis sobre la I+D mundial. Como cada año, nos llevamos algún disgusto. Vemos en esta ocasión como los países se estiran en el clásico diagrama que acompaña este artículo. Corea del Sur se escapa, en cabeza. La distancia a España cada vez es más grande. La fotografía es la de una carrera al futuro. A la derecha está la prosperidad. A la izquierda, la pobreza. Los colores de las burbujas hacen referencia a los continentes. Vemos, en rojo, a los países asiáticos. En azul, a los americanos. La bola más grande sigue siendo la correspondiente a Estados Unidos (en azul). El tamaño de la burbuja es proporcional a la inversión bruta en I+D de esa economía. Estados Unidos es el mayor inversor en desarrollo tecnológico. Pero el tamaño de la burbuja china ya casi equipara a la americana. Antes de 2025 la inversión china en I+D habrá superado a la estadounidiense. Y, si China aparece en posiciones bajas en la matriz, es por su elevada población (que hace que la proporción de investigadores respecto al total sea pequeña). Asia ya ejecuta el 44% de la inversión tecnológica mundial, y llegará al 50% en 2030 si sigue a este ritmo de crecimiento.

La Unión Europea (en verde) también se estira, con un clúster de países de la órbita germánica y escandinava (Alemania, Austria, Suiza, Dinamarca y Suecia) que luchan disciplinadamente por mantenerse alrededor del 3% de inversión en I+D sobre su PIB (lo que reclamaba la Comisión Europea para el conjunto de los estados miembros para 2020). Son los países de la Industria 4.0, de los conglomerados de PYMEs altamente tecnificadas y exportadoras. Los países del despliegue de centros tecnológicos con alto nivel de investigación y orientados a reforzar la competitividad industrial. Finlandia resiste como outlier líder en Europa. Francia, Bélgica y Holanda están ligeramente descolgadas, pero ya superan el 2% de inversión en I+D sobre PIB. El Reino Unido, aún en pleno debate sobre su nuevo modelo económico post-Brexit y con ambiciosos planes de reindustrialización, está rezagado y es casi superado por Irlanda y la República Checa. A la cola de las antiguas economías desarrolladas, dos países hoy también hermanados por otras vicisitudes: España e Italia, con inversiones en I+D indignas, más próximas al 1% del PIB y a los países subdesarrollados que a las economías avanzadas. Portugal ya les sobrepasa y se lanza también a la carrera del futuro.

Curiosamente, han sido países líderes en I+D, como Corea del Sur o Japón, los que, con estructuras democráticas, y mediante el uso inteligente de la tecnología, han reaccionado de forma más eficiente contra el coronavirus. Curiosamente, son aquéllos más descuidados en sus inversiones tecnológicas (Italia y España) los que peor respuesta (y mayor sufrimiento social) han tenido con la epidemia.

Si queremos llegar al futuro, si deseamos contar de algún modo en el reparto de la prosperidad venidera, debemos ser implacables con los gobiernos tacaños e ineficientes en sus inversiones I+D. Nuestra competitividad, y nuestra prosperidad, se desangra por los boquetes, las omisiones y las inconsistencias en las políticas de I+D.

 

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