Fuente: Marco Sipán Torres
Foto: El Comercio
Reporte
Nuestro egresado Marco Sipán Torres, analiza la situación política económica del país, en manos de la que identifica como una oligarquía rentista, apátrida y al servicio de intereses foráneos.
LA OLIGARQUÍA CRIOLLA, CONOCIENDO AL ENEMIGO. Por Marco Sipan Torres
“Hablar de política sin la construcción de la frontera nosotros-ellos, no tiene sentido”. Chantall Mouffe
“Es mediante la demonización de un sector de la población que una sociedad alcanza un sentido de su propia cohesión”. Ernesto Laclau
«Las familias de la Oligarquía no son iguales, tampoco la relación que mantienen entre ellas, mucho menos las diferencias que existen dentro de ellas mismas. José Godoy Mejía en su libro “El Comercio y la Política Peruana del Siglo XXI, relata que la familia Miró Quesada está conformada prácticamente por cuatro linajes que se expresan en la pugna por controlar la línea editorial del medio. Sin embargo, la Oligarquía en su conjunto, a nivel ideológico comparten un mismo patrón y no discuten la condición de colonialidad en la que se encuentra el país con respecto a Estados Unidos y Europa. Asumen la modernidad europea como horizonte de sentido, utilizan el clasismo, el racismo y el machismo para justificar su condición de elite»

Nuestro país viene siendo dirigido, durante las últimas décadas, por los dueños y gerentes de un pequeño grupo de corporaciones, cada una de estas con más de una docena de empresas en su interior. Son los mismos que se creen los amos del capitalismo peruano, porque influyen directamente en la política, en la economía y demás campos de la sociedad. También imponen su ideología, a través de distintos dispositivos, a la mayoría de peruanos.
Francisco Durand, el intelectual que viene publicando más estudios sobre sus comportamientos, sus decisiones y el poder que ejercen, los llama los grupos de poder económico. Sin embargo, en diversos estudios históricos y políticos referidos a nuestro país, como los de Francois Bourricaud, Dennis L. Gilbert, Gonzalo Portocarrero, Manuel Burga, Alberto Flores Galindo, entre otros, usan la categoría de Oligarquía para definir a esta élite. Categoría que permite abarcar los procesos de dominación subjetivos e intersubjetivos que acompañan los mecanismos de su participación histórica en la sociedad peruana.
Una aproximación conceptual, para poder entender mejor el fenómeno que queremos explicar, es que la Oligarquía no es un tipo específico de gobierno que compita con las monarquías feudales, las “democracias” liberales, las dictaduras capitalistas o las repúblicas socialistas. Por el contrario dentro de estos pueden existir oligarquías, sin que ello sustituya la apariencia que tienen como formas de gobierno. La Oligarquía es un patrón de dominación de una minoría, en el caso peruano dentro de la misma clase burguesa; este patrón obedece a los intereses este pequeño grupo de familias que se apropia de una porción sustancial de la riqueza producida por toda la sociedad. Y que le permite, de un modo u otro, emplear diversos mecanismos para imponerse sobre otros sectores sociales, ejerciendo el poder político, cultural y social que garantizan mantener la desigualdad, para seguir apropiándose de la riqueza social. Se pudiera decir que esta definición podría abarcar al significado de burguesía pero según el Instituto Nacional de Estadística e Informática (INEI), existen 2 millones 430 mil 812 empresas activas en todo el país, y solo un pequeño grupo poseen las características de la Oligarquía.
A diferencia de décadas pasadas, hoy es más fácil estudiar a la Oligarquía. Existen informaciones oficiales, estudios, instituciones, publicaciones y presentaciones en los medios adonde recurrir para conocerla e investigarla. Ahora, ¿por qué necesitamos confrontar a las familias de la Oligarquía? Porque, como hemos dicho en la definición, la existencia de una Oligarquía cierra la posibilidad de una sociedad democrática plena, al apropiarse de un gran porcentaje de la riqueza social producida. Pero también, porque forman parte del engranaje de dominación del actual sistema mundo moderno, aliados con los funcionarios de las grandes corporaciones transnacionales, especialmente extractivas norteamericanas y los funcionarios de los organismos multilaterales que implementan una estrategia de globalización neoliberal. Es decir, para transformar el Perú en un país democrático y soberano, el muro de contención a derribar es el poder que ejerce la Oligarquía.
Los historiadores que han estudiado este tema han puesto énfasis en las siguientes preguntas: ¿Cómo algunos migrantes europeos han tenido éxito en nuestra economía?
¿Cuáles han sido los conflictos culturales y políticos que han existido entre la oligarquía y los sectores políticos
anti-oligarcas? ¿Por qué particularidad étnica europea ha determinado el ascenso como élite en el Perú? Entonces lo que necesitamos conocer son las dimensiones políticas y discursivas de su poder. La pregunta que surge ¿En qué contexto aparecieron y cómo se han desarrollado?
Hace cincuenta años el Gobierno de las Fuerzas Armadas, dirigido por el general Velasco Alvarado, dio un duro golpe a las familias de la Oligarquía que por aquella época dominaban el país. Sin embargo, posteriormente ha habido una reconfiguración; son otros apellidos los que se han ubicado en esa posición dominante, e incluso en los últimos años de feroz neoliberalismo han seguido variando hasta llegar a las familias actuales.
En 1986, cuando Alan García era presidente, convocó a los patriarcas de las familias oligarcas, jefes y dueños de las grandes empresas, los representantes de las familias de la élite peruana que fueron llamados los 12 apóstoles (Romero, Raffo, Nicolini, Bentin, Piaggio, Picasso, Wiese, Ferreyros, Benavides, Brescia, Piazza y Delgado Parker), visibilizando la nueva reconfiguración de la Oligarquía pos velasquismo. Pero esa elección fue también arbitraria. García inició un paquete de medidas económicas para beneficiarlos, con la esperanza que se conviertan en el motor que haga despegar el capitalismo peruano. El objetivo se vio frustrado cuando estas familias, en lugar de cumplir la parte del trato, en vez de invertir en la económica nacional el ahorro que el Estado les venía generando, prefirieron guardarlo en paraísos fiscales, lo que generó una gran fuga de capitales.
Durand, en su libro “Los doce apóstoles de la economía peruana Una mirada social a los grupos de poder limeños y provincianos”, publicado en el 2017, sigue la línea de García e identifica a doce familias de la Oligarquía. Él los divide en dos sectores: por una parte seis familias limeñas que tienen orígenes europeos, siendo antiguos sectores elitistas; por otra, otras seis familias emergentes de origen provinciano, que en las últimas décadas han ascendido social y económicamente, y que proceden de los sectores populares o medios bajos. Y menciona que las diferencias, aparte de su geografía, son sus puntos de vista generacionales y el mundo social en que se desenvuelven, predominando los grupos limeños.
Sin embargo haciendo un seguimiento a los patrimonios con el que cuentan las familias más ricas, A partir de la relación de las 17 familias, que ha publicado el Diario Gestión (el vocero económico de la élite empresarial), en los últimos 4 años, hemos notado que todas estas cuentan con más de 350 millones de dólares. De las familias que menciona Durand en su investigación, no se encuentran los Ferreyros (Ferreyros group), ni los Graña (GyM), en el grupo que pertenecerían a las familias limeñas. Tampoco aparecen las familias provincianas como Dyer (Dyer & Coriat; Pucallpa), Huancaruna (Altomayo, Cajamarca), Flores (Topitop, Huancavelica). Estas cinco familias se sumarian a las 22 que en el siguiente un cuadro comparativo de los últimos cuatro años, presentamos con sus empresas insignias.
Las familias de la Oligarquía no son iguales, tampoco la relación que mantienen entre ellas, mucho menos las diferencias que existen dentro de ellas mismas. José Godoy Mejía en su libro “El Comercio y la Política Peruana del Siglo XXI, relata que la familia Miró Quesada está conformada prácticamente por cuatro linajes que se expresan en la pugna por controlar la línea editorial del medio. Sin embargo, la Oligarquía en su conjunto, a nivel ideológico comparten un mismo patrón y no discuten la condición de colonialidad en la que se encuentra el país con respecto a Estados Unidos y Europa. Asumen la modernidad europea como horizonte de sentido, utilizan el clasismo, el racismo y el machismo para justificar su condición de elite (A. Quijano: 1995).
Superando el punto de vista económico, tenemos que tener claro que su “éxito” no está en el modelo de negocios que implementan, pues son verdaderos poderes fácticos y cuentan con una gran capacidad y recursos para financiar a los partidos políticos, como hemos visto en cada elección (el caso de Keiko Fujimori, mediatizado en el 2019 lo evidenció, y así ha habido múltiples en la historia del Perú), donde no financian a una sola opción política sino a varios candidatos para generar todo un elenco con posibilidades para ganar la presidencia. Tienen el poder de elevar sus agendas y convertirlas en políticas públicas ejecutadas por Estado; lo hacen consiguiendo congresistas para efectuar proyectos de leyes que estén a su favor. Además implementan el mecanismo de puerta giratoria para ubicar a sus gerentes como funcionarios de alto nivel en el gobierno, mantienen siempre una relación estrecha con cada presidente que ha ocupado Torre Tagle, y aprovechan su poder para ganar las gigantescas licitaciones y negocios del Estado. Por lo que se ha conocido con el caso de Odebrecht, sus métodos incluyen también sobornos y la constitución de una red la corrupción. Además, en ciertos lugares donde se encuentran sus plantas de producción llegan a manejar los territorios y sus decisiones orientan de manera directa las políticas públicas de gobiernos locales.
Este grupo de familias concentra más riqueza acumulada que el resto del sector empresarial, se han constituido como principales empleadores y contribuyentes del país con lo cual condicionan a los gobiernos de turno, al tener la posibilidad de generar una crisis en la economía nacional. Son quienes realizan la mayor inversión en publicidad, donde se proyectan como una imagen de éxito, de conocimiento técnico experto o filantrópica social.
Tenemos que recordar que antes del neoliberalismo, las actuales familias de la Oligarquía criolla tenían como mayor capital, su capital cultural, ya que sus cuentas bancarias y sus propiedades alcanzaban a una decena de millones siendo insignificantes dentro de las élites burguesas de América Latina. Sin embargo, en un par de décadas han multiplicado sus fortunas, algunos han superados los miles de millones, son los nuevos multimillonarios de la región y lo han conseguido realizando los servicios que tercerizan las corporaciones transnacionales mineras, constituyéndose así en una oligarquía parasitaria del capital internacional y antipatriota.
Los jefes de las familias de la Oligarquía están diversificando e internacionalizando sus empresas. Pero aun así, quienes ostentan la mayor acumulación son las familias vinculadas a la gran minería y a la banca nacional. Cada cual utiliza su más grande empresa para organizar su poder, sus All Holding Company. Y con el poder que poseen pueden tener el manejo de los precios o de las ganancias, evitar controles estatales, impedir que haya movilizaciones laborales e influir en los negocios que tiene el Estado. Tienen a un grupo de lobistas rentados que son quienes frecuentan a los presidentes, ministros y congresistas. Parte del financiamiento de sus inversiones son los fondos de las AFP que administran las pensiones de los trabajadores, es decir, el esfuerzo de los trabajadores termina generando el aumento de la riqueza de la Oligarquía.
Hoy la Oligarquía ha capturado el Estado, por eso, más allá de los presidentes de turno, una de sus fortalezas es la administración del Palacio de Gobierno. Y junto con la CONFIEP se pronuncian como en una orquesta a través del monopolio mediático dirigido por los Miró Quesada, cuya función es orientar y dirigir al país hacia sus propios intereses. Es por eso que un proyecto político que se encuentre en la lucha por un país soberano, democrático y de bienestar para todos los peruanos debe apuntar su ataque a la Oligarquía y sus fortalezas.
La Escuela de Sociología de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad Nacional José Faustino Sánchez Carrión, aprecia las capacidades analíticas de sus estudiantes y egresados lo que no significa en ningún caso que comparta las posiciones políticas de los mismos. La Escuela, sustenta su actividad en el fomento del pluralismo, el fortalecimiento del trabajo analítico y el rescate de la potencia para intervenir sobre la realidad y en la construcción de un futuro prometedor para las generaciones por venir.